La prosa medieval
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1. La prosa prealfonsina
Como señala López Estrada, el comienzo de la prosa medieval viene impulsado por dos factores: el uso cada vez más creciente de la lengua vulgar en el verso y la necesidad, de orden práctico en un principio, de escribir fueros locales y documentos de poca trascendencia, que después revierte en el uso de la prosa vernácula. Por ello, no es de extrañar que el contenido de las primeras obras prosísticas en romance se adscriban a
La historiografía
Entre las primeras muestras destacaremos:
- Las Crónicas navarras, que contiene la primera referencia española a la materia artúrica.
- El Liber regum que, escrito en romance navarro a finales del XII o comienzos del XIII, contiene una historia genealógica universal -sagrada y profana- más unas genealogías de los reyes godos y asturianos, de los jueces, condes y reyes de Castilla, de los reyes de Aragón, de los de Francia y del Cid. Su enorme difusión (fue usada como fuente histórica en poemas castellanos, por Rodrigo Jiménez de Rada para su De rebus Hispaniae, por Alfonso X para su Estoria de España y por Juan de Mena en su Laberinto de Fortuna) la convierte en la obra histórica más importante de este período, junto a la llamada
- Crónica najarense, que fue la primera crónica general de importancia que iba a producir Castilla y que se constituyó en modelo no sólo para las crónicas latinas, sino incluso para los historiadores alfonsíes. Sus principales fuentes son los poemas épicos. Su alcance, como después hiciera Alfonso X en su Estoria de España, fue progresivamente restringido: abarca la historia universal en los tiempos bíblicos y en la época clásica; se ciñe a la península ibérica durante el periodo visigótico y acaba finalmente circunscribiéndose a Castilla y León.
Otros géneros que empiezan a ser usados en castellano en esta época son:
La literatura religiosa
Su producción más importante en la primera mitad del s. XIII es la constituida por los romanceamientos bíblicos. Estas vulgarizaciones acaban imponiéndose cuando el latín deja de ser comprensible; no obstante, esta divulgación traía como secuelas la libre interpretación y una mayor facilidad para caer en la herejía. Estos romanceamientos son:
Es una de las traducciones más tempranas de la Biblia (según Lapesa y Bustos Tovar debe datarse su composición a principios del s. XIII) y al mismo tiempo un itinerario por Tierra Santa. La obra no refleja el testimonio de un viajero -aunque se presenta como un itinerarium-, sino que, como en otros casos, su recorrido está hecho sobre mapas y libros. En ella se combinan las descripciones geográficas con traducciones parciales del Antiguo Testamento (no de la Vulgata sino de una versión latina del texto hebreo realizada en el s. XII) y con la incorporación esporádica de material procedente de la atigüedad clásica. Las traducciones no son literales, sino que el autor modifica y sintetiza a su antojo.
Son tres manuscritos conservados en la biblioteca de El Escorial, como su denominación indica. Ninguno de ellos transmite una versión completa de la Biblia, pero puesto que se complementan algunos estudiosos los consideran como formantes de un todo.
La literatura doctrinal
Este género tiene su origen en las numerosas instrucciones para confesores en latín. El que esta lengua se hiciera ininteligible para no pocos clérigos y la obligatoriedad de la confesión anual, dispuesta en el IV Concilio lateranense, debió obligar a que se hicieran las correspondientes traducciones. De entre éstas destacaremos:
- Los Diez mandamientos, que es el más antiguo tratado de este tipo. Sirve de guía para indicar al sacerdote las preguntas que debe hacer al penitente. Es interesante porque desvela aspectos de la vida cotidiana.
- Disputa entre un cristiano y un judío, ejemplo de la corriente apologética, género especialmente cultivado por los conversos ya que conocían mejor los argumentos de la parte contraria.
La literatura sapiencial
La peculiar situación histórica de la Península (convivencia de tres culturas) hará que se conozcan muy tempranamente las colecciones de sentencias, de amplia popularidad en el mundo oriental, y que surjan aquí las primeras traducciones a una lengua occidental. No es tarea fácil precisar la fecha en que se comienza esta labor traductora, pero hay una cierta unanimidad entre los estudiosos en localizarlas en torno a los reinados de Fernando III y Alfonso X. Ante el éxito que tuvieron estas traslaciones, surgieron un gran número de textos adscritos a este género que no parecen ser traducciones -directas, al menos- de ningún original árabe. A principios del s. XIV la literatura sapiencial tanteó un nuevo camino con los Dichos de los Santos Padres, de Pedro López Baeza, que utiliza el esquema tradicional para introducir materiales cristianos.
Características:
- Suelen poseer un prólogo que sirve como aglutinante del conjunto.
- El origen de estas sentencias normalmente está motivado por algún tópico del tipo “reunión de sabios”, “viaje hasta las fuentes de la sabiduría” o la mención al “libro perdido y por fin hallado”.
- Por cuestiones mnemotécnicas, estas sentencias suelen adoptar la forma de proverbios, aunque a veces aparecen a lo largo de un pequeño diálogo o de una anécdota.
- La sabiduría que pretenden transmitir estas colecciones es la aceptación voluntaria de lo inevitable.
- No se atribuyen las sentencias a sabios determinados.
- Muy pocas de ellas son bíblicas.
Ningún obstáculo hay, en principio, para que las mismas sentencias circulen en un contexto cristiano, árabe o judío. En las adaptaciones y nuevas compilaciones se percibe un mayor interés por los temas de gobierno, convirtiéndose -por tanto- en un speculum principis. Así ocurre con el Libro de los doze sabios, obra que es (pues no deriva directamente de ninguna fuente oriental) un temprano ejercicio de simbiosis de la corriente gnómica oriental con las máximas y fábulas de la tradición occidental y cuyo autor pudo ser un consejero de Fernando III.
Orígenes de la prosa de ficción. El libro de cuentos
Durante la Edad Media el título más usado y significativo de este grupo genérico fue el de exemplo o enxiemplo. La enseñanza de éste procede de la semejanza y de la comparación, de manera que la obra ha de leerse entera para sacar de ella provecho y poderlo aplicar a los casos de la vida real.
Según Lomax, la evolución de las colecciones de exempla es la siguiente: comenzaron siendo libros de consulta escritos por clérigos para clérigos. Posteriormente, fueron adaptados por los clérigos para los seglares bien en forma de sermones, bien como lecturas piadosas. Finalmente, algunos seglares comienzan a escribir este tipo de obras para seglares (Don Juan Manuel y el Conde Lucanor).
Las características de este género son:
- Organización primitiva y desarrollo lineal de los argumentos por relación de causa-efecto hacia un fin determinado.
- El diálogo es escaso y secundario.
- Se escriben para un medio cortesano y testimonian la existencia de un público oyente (las menos veces, lector) de gente noble que está en condiciones de apreciar un grado más alto que el sencillo cuento folklórico.
- Suelen ser traducciones de obras orientales.
Estas colecciones no presentaban los cuentos de forma aislada, sino formando un conjunto unitario. Las principales técnicas de inserción de cuentos eran:
- El diálogo (Disciplina clericalis).
- La novela marco (conjunto narrativo compuesto por dos partes diferentes pero que guardan entre sí un vínculo fundamental: la narración principal y los cuentos narrados por distintos personajes: Calila y Dimna, Sendebar).
- Caja china (un personaje de la historia insertada cuenta un relato que a su vez contiene otro: hay casos en el Calila y Dimna).
- Ensartado (encadenamiento de cuentos con un protagonista único: hay casos en el Calila y Dimna).
- Marco dialogado (una serie de frases al principio y al final de la fábula sirven para diferenciar el mundo real del narrado).
No debemos creer, sin embargo, que el predominio de una técnica excluye el uso de las restantes. Muy al contrario, lo habitual es la coexistencia de varias en una misma obra.
Durante el reinado de Fernando III se inició una moda que favorecía el uso de la lengua vernácula en obras doctrinales, cuyo contenido se refiere a enseñanzas sobre la conducta humana y sus consecuencias morales, organizadas con un criterio elemental. En algunos de estos libros, la materia didáctica se encierra en un marco general. A este tipo de textos pertenece la Historia de la donzella Teodor, que cuenta con una amplísima tradición en la península. El origen del libro se encuentra en una de las narraciones de Las Mil y una noches y se viene aceptando que pudo ser traducido del castellano al árabe en la segunda mitad del siglo XIII. Pese a que en su fuente la doctrina islámica es muy importante para el desarrollo de la historia, su peculiar organización formal (preguntas-respuestas) permite su fácil adecuación a nuevos contextos culturales. Como el Sendebar, esta obra encubre un proceso iniciático.
2. La literatura alfonsí
Bajo este nombre se agrupan las obras que, como rey de Castilla y León, promoviera Alfonso X el Sabio. Éstas son muchas y pertenencen a muy diversos géneros. Las más importantes son:
Obras históricas
A ellas le debe su mayor prestigio. Su producción historiográfica está compuesta por dos títulos: la Estoria de España y la Grande e General Estoria.
- la Estoria de España se divide en cuatro grandes partes. La primera incluye una historia de Roma (los reyes medievales europeos se consideraban herederos del Imperio Romano); la segunda cuenta la historia de los reyes bárbaros y góticos (sus antecedentes en los reinos hispanos); la tercera es una historia del reino asturiano (desde donde comenzó la Reconquista), y la cuarta, del leonés y también castellano. Para su composición se usaron obras muy diversas.
- La General Estoria fue la gran obra de Alfonso X, ambicioso intento de una historia universal. Para su elaboración, toma como modelo los Cánones de Eusebio de Cesarea. Esto quiere decir que usó como eje la historia bíblica, en la que intercaló los sucesos históricos más importantes de las restantes culturas entonces documentadas. Para la confección de esta obra Alfonso X se valió de las fuentes más heterogéneas tanto cristianas como paganas. La obra no está completa ya que se interrumpe en la sexta parte (genealogía de la Virgen María, victoria de Julio César sobre Pompeyo, etc.).
Obras jurídicas
En este grupo destacan las Siete Partidas. Esta obra refleja el interés del rey por imponerse en sus territorios. Su fracaso (no fue operativa hasta varios decenios después de la muerte de Alfonso X) no quita validez a este trabajo, pues recoge aspectos interesantísimos de la vida cotidiana.
La Primera Partida trata la vida de los religiosos. La Segunda Partida, acerca de los caballeros, fue muy influyente sobre la literatura posterior y sobre los tratados de caballerías hasta finales del siglo XV. La Tercera Partida se dedica al derecho procesal, y la cuarta, a los matrimonios. La vida de los comerciantes se regula en la Quinta Partida y, en la Sexta Partida, los testamentos. Finalmente, la Séptima Partida trata el derecho penal.
Obras científicas
El concepto de científico es muy amplio en la Edad Media y no se ajusta en casi nada al moderno.
El interés de Alfonso X por la astrología le puso en contacto con sabios judíos y árabes, de quienes aprovechó sus traducciones latinas o encargó nuevas versiones romanceadas. Con ellas elabora textos como el Libro del saber de astrología, colección de tratados sobre temas astronómicos, o el Libro de la ochava esfera. También escribió tratados sobre instrumentos de medición o unas Tablas astronómicas, pues su objetivo era descubrir el porvenir -astrología judiciaria-. Por ello consultaba a sus estrelleros al tomar decisiones, lo que le valió el recelo y desconfianza de clérigos e intrigantes cortesanos. Se acercó a temas relacionados con la magia, en su Libro de las formas et de las imágenes o en su versión, parcialmente conservada, del Picatrix árabe.
Obras de entretenimiento
No todo era estudio en la corte del rey Alfonso. El ocio encuentra su plasmado literario en el Libro de ajedrez, el Libro de los dados y el Libro de las tablas.
3. De Sancho IV a López de Ayala: la época de Don Juan Manuel
La llegada de Sancho IV (hijo menor de Alfonso X) al trono estuvo motivada, en parte, por el rechazo de un sector de la alta sociedad castellana a la política de Alfonso X y a su admiración por la cultura árabe y judía. Por ello, Sancho IV reaccionará contra estas tendencias, apoyado por su mujer, María de Molina. Esta actitud ortodoxa, acorde con el cristianismo y la moral conservadora se conoce como molinismo.
La época de Sancho IV fue casi tan activa en la composición de libros como la de su padre. Así, además del libro Castigos y documentos del rey don Sancho (colección de sentencias e historias para la educación del príncipe heredero), promueve la traducción de dos grandes enciclopedias: el Libro del Tesoro, versión casi literal de Li livres dou tresor, de Brunetto Latini y el Lucidario, traducción muy libremente del Elucidarius de Honorio de Autun.
Otras muy importantes de este período son la Gran conquista de Ultramar (historia novelesca de las Cruzadas) y, sobre todo, el Libro del cavallero Çifar, primer libro de caballerías hispánico. Su elaboración se inicia en tiempo de Sancho IV y su estructura se enriquece a lo largo del siglo XIV. Comienza como una adaptación de la vida de san Eustaquio, sobre la que se ensamblan diversos elementos. La redacción que nos ha llegado se compone de dos prólogos y cuatro partes. Las dos primeras partes –“El caballero de Dios” y “El rey de Mentón”- siguen una historia de separación y encuentro de los miembros de una familia. En ellas se entretejen colecciones de ejemplos y sentencias. La tercera parte, titulada “Castigos del rey de Mentón”, recoge los consejos que Zifar –ya rey de Mentón- da a sus hijos Garfin y Roboán. La cuarta narra la historia de Roboán desde que abandona el reino de Mentón (como hijo menor sus expectativas en él son mínimas) hasta que consigue ser coronado emperador.
El infante don Juan Manuel (1282-1348), sobrino de Alonso X, es el prosista de más personalidad en este siglo.
Su primer libro debió escribirlo entre 1320 y 1324: es la Crónica abreviada, resumen de una de las derivadas de las de Alfonso X. El Libro de los estados, escrito entre 1327 y 1332, es un desahogo de sus preocupaciones y amarguras. En él expone la realidad política y social de su tiempo.
Su obra más conocida es el Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio, compuesto en 1335. Consta de dos prólogos y cinco partes, la primera de las cuales es la más célebre por sus cincuenta y un ejemplos o cuentos, tomados de fuentes diversas: árabes, latinas o de crónicas castellanas.
Todas las narraciones de esta primera parte tienen la misma estructura:
Introducción: El Conde Lucanor tiene un problema y le pide consejo a Patronio.
Núcleo: Patronio cuenta un cuento que se asemeja al problema planteado.
Aplicación: Patronio aconseja la manera adecuada de solucionar el problema, en relación con el cuento narrado.
Moraleja: Se termina con dos versos en los que el autor resume la enseñanza de la narración.
Al canciller de Castilla, Pero López de Ayala (1332-1407), debemos la Crónica del rey don Pedro, a la que siguieron las de Enrique II, Juan I y Enrique III. Son unas narraciones que presentan personajes y situaciones vividas por él, con puntos de vista y justificaciones de su actitud no siempre clara.
4. La prosa en el siglo XV
El esplendor de la primera mitad de esta centuria se centra en Enrique de Villena (1384-1434). Su texto más importante es Los doce trabajos de Hércules (1417), previamente escrito en catalán. Se trata de una obra compleja en la que, partiendo de la mitología clásica y a través de un método interpretativo, expone su visión de la sociedad de su época. El libro se compone de una Carta (en la que cuenta el origen del tratado), un Prohemio (en el que da la estructura e intencionalidad del libro) y doce capítulos, cada uno de ellos dividido en cuatro partes: Hystoria nuda (cuenta el trabajo de Hércules tal y como lo narran los antiguos), Declaraçión (interpreta moralmente la historia), Verdad (explica la narración desde un punto de vista histórico o, al menos, lógico) y Aplicaçión (adjudica el trabajo a un estado social y deduce unos modelos de comportamiento.)
Desde 1420 compone una serie de tratados, generalmente epístolas, a diversos personajes, como son el Tratado de la lepra (h.1422), el Arte cisoria (1423), sobre el corte y presentación de manjares, el Tratado de la consolación (1424) y el Tratado de la fascinación o del aojamiento (1425).
La producción de Enrique de Villena supuso una innovación en la prosa española, por su erudición y restauración de la sintaxis latinizante -imitadora de la latina-.
Género historiográfico
En él sobresalen:
a) El Victorial o Crónica de Pero Niño, escrita por su alférez, Gutierre Díez de Games. Narra las hazañas de este personaje, que encarga su propia historia.
b) Fernán Pérez de Guzmán (1378-1460), sobrino de Pero López de Ayala y señor de Batres. Es el primer autor de retratos en la literatura castellana, titulados Generaciones y semblanzas (1450). Recoge biografías de personajes ilustres contemporáneos o próximos en el tiempo.
c) Fernando del Pulgar (h.1430-1492), cronista de Enrique IV y de los Reyes Católicos, quien escribe otro libro de retratos: Claros varones de Castilla, a imitación de las Generaciones y Semblanzas.
La prosa doctrinal
A ella pertenece un tratado de Alfonso Martínez de Toledo (1398-1468), capellán de Juan II y de Enrique IV, titulado Arcipreste de Talavera o Corbacho. Presenta cuatro partes: la primera se centra en una reprobación del amor mundano. La segunda ofrece como exempla estampas que imitan la realidad cotidiana y atraen por su frescura y costumbrismo. La tercera parte expone los tipos de hombres y prueba su tendencia a la lujuria, para concluir en una cuarta parte, que combate las creencias en hados y fortunas.
El gallego Juan Rodríguez del Padrón nace a finales del siglo XIV y viaja por Europa, antes de tomar el hábito franciscano en 1441 en Jerusalén. La primera de sus obras es la más importante, por inaugurar el nuevo género de la ficción sentimental, que culminará con el fin de siglo: se trata del Siervo libre de amor (1439). Con estilo latinizante narra, en su primera parte, cómo la amada desprecia al amante por confiar a un falso amigo su pasión. El Entendimiento, personaje alegórico, disuade en la segunda parte al protagonista de la idea del suicidio e introduce la Estoria de dos amadores -amor trágico de Ardanlier y Liesa, que termina con la muerte de ambos-. Se establece una tercera parte en que el autor, solo y desesperado de amor, encuentra una extraña nave que lo aguarda.
La ficción sentimental
Alcanza su mayor éxito con Diego de San Pedro y su Cárcel de amor, cuyo argumento es el siguiente: Leriano consigue del Autor que la princesa Laureola corresponda a su amor, respondiendo una carta suya. Denunciada a su padre, el rey, Laureola es condenada a muerte y salvada por Leriano, que, al ver su amor rechazado, se quita la vida bebiendo las cartas de Laureola disueltas en veneno.
Los libros de caballerías
Este género se desarrolla paralelo al sentimental. Su cima es el Amadís de Gaula, de Garci Rodríguez de Montalvo. A imitación de los libros artúricos, presenta una serie de aventuras caballerescas con magos, brujos, monstruos, islas desiertas y amoríos.
Bibliografía
- GÓMEZ REDONDO, Fernando. Historia de la prosa medieval castellana. Tomo I, Madrid, Cátedra, 1998.
- LÓPEZ ESTRADA, Francisco y LACARRA, María Jesús. Orígenes de la prosa, Madrid, Júcar, 1993.
- RUBIO TOVAR, Joaquín. La prosa medieval, Madrid, Playor, 1982.