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San Agustín

De Wikillerato

1. Biografía y época

San Agustín ( IV d.C. – V d.C. ), pensador platónico con gran habilidad para la argumentación, fue maniqueísta: su obra estuvo marcada por una concepción de la historia de la humanidad como escenario de la lucha entre el bien y el mal.

Dada la connotación religiosa de su obra, cabe destacar que a lo largo de la historia las relaciones entre cristianismo y filosofía han sido de choque, por 4 razones:

Límites del conocimiento humano: Mientras el cristianismo parte de la existencia de un Dios cuya verdad escrita en el libro sagrado debe ser aceptada, los griegos (excepto Platón) no creen que la verdad absoluta pueda ser alcanzada por el conocimiento humano. Monoteísmo: Los cristianos apuestan por la existencia de un solo Dios. Creacionismo: Los griegos no aceptan que Dios pueda crear todo desde la nada. Dios omnipotente: El pensamiento griego era de un universo ordenado (cosmos), por lo que no aceptaban que hubiera un Dios omnipotente, pues esto implicaría que el universo funcionaría según sus caprichos (milagros). Por esto mismo, los pensamientos sobre la cercanía o lejanía de la razón y la fe van a sufrir una evolución que las considerará totalmente separadas en la época de los apologistas (fe y razón hablan de cosas distintas), irán juntándose en la Escuela de Alejandría (la filosofía puede ser utilizada para la defensa de la fe) hasta la época de San Agustín, y volverán a ir separándose primero con Tomás de Aquino (la razón es limitada), con Juan Duns Scotto más tarde (mediante la filosofía sólo se puede demostrar la existencia de Dios, pues el resto de verdades son superiores), y hasta la separación absoluta en el tiempo de Ockham (tienen objetivos distintos: la razón conocer, y la fe la salvación).

San Agustín, en el punto intermedio, opinaba que no hay conflicto entre la vía racional y la de la fe, ya que solo existe una verdad única, y lo que hay son dos vías distintas para alcanzarla: razón y fe.

2. Pensamiento

2.1. ANTROPOLOGÍA

Muy influido por Platón, San Agustín es también dualista. Considera al alma superior pero sin despreciar al cuerpo, también necesario. Los acontecimientos del exterior afectan al cuerpo, pero el alma no se ve afectada: simplemente percibe la afección del cuerpo, y como está presente por todo él, crea una representación. Mientras el cuerpo cambia en el tiempo y en el espacio, el alma sólo cambia en el tiempo, partiendo de una cierta ignorancia y obteniendo conocimiento poco a poco. Además, tiene 3 facultades: voluntad, memoria y entendimiento.

San Agustín también comulga con el Traduccionismo: Como heredamos las almas de nuestros antepasados, juntadas por Dios, también heredamos los fallos cometidos. Como consecuencia, todos hemos heredado el fallo que cometió Adán al pecar. Adán fue el único hombre que tuvo un alma pura, ya que el ser humano era bueno por naturaleza, pero éste la corrompió. Mediante el bautismo tratamos de limpiarla.

2.2. CONOCIMIENTO

Al igual que hizo Platón, lo divide en 2 tipos: sensible e intelectual.

El conocimiento sensible es el conocimiento del cuerpo. Son conocimientos mutables, cambiantes, no fiables. El conocimiento intelectual es el del alma. Son conocimientos superiores, verdades eternas, infinitas e inmutables, como las de la fe y las matemáticas. No provienen de nosotros, ya que somos inferiores a ellas, y para comprenderlas tenemos que creer que hay alguien superior que las ha puesto en nosotros: Dios.

2.3. DIOS

Para demostrar la existencia de Dios, San Agustín argumenta 3 razones:

Orden de la creación: El orden que percibimos en la vida tiene que haber sido establecido por alguien. La mayoría: Si durante tanto tiempo ha habido tantas civilizaciones que han creído en Dioses, no puede ser que todo el mundo esté equivocado. [Falacia]. Argumento de la causalidad: Las verdades infinitas, eternas, necesarias e inmutables que atribuye al conocimiento intelectual necesariamente han tenido que ser creadas por un ser superior, infinito, eterno e inmutable, ya que no se correspondería la relación causa-efecto si seres tan inferiores, contingentes y mutables como nosotros hubiéramos creado semejantes verdades. Otro autor posterior, San Anselmo, utilizará el argumento del insensato mediante la reducción al absurdo: La esencia de Dios implica su existencia, ya que el concepto “Dios” implica perfección, y entre las características de la perfección se encuentra la existencia: es más perfecto existir en el entendimiento y en la realidad que sólo en el entendimiento. Decir “Dios no existe” lleva al absurdo porque implica un Dios únicamente imaginado, un Dios imperfecto.

También san agustin tratará de demostrarlo formulando 5 argumentos referidos a que [1] tuvo que haber un primer motor que iniciara el movimiento, a que [2] tuvo que haber una primera causa eficiente que haya provocado todo, a que [3] debió haber un tiempo en el que no había nada y en el que un ser necesario creó todo, a que [4] tiene que haber un ente sumamente perfecto al que aspiren el resto de perfecciones que conocemos, y a que [5] debe haber un ente inteligente que dirija y ordene la naturaleza.

Sin embargo, para poder aceptar todos estos argumentos, hay que aceptar también uno básico: que todo parte de un único principio: el UNO. Existen 2 teorías, entre las que San Agustín apoya la creacionista:

Emananismo: Del UNO emanan todas las cosas. No hay creación como tal, sino un creador expandido: Dios es por lo tanto el Universo. Como consecuencia, las leyes del mundo son las leyes que Dios se creó para sí mismo, y por lo tanto, no las puede modificar, pues se estaría contradiciendo. Creacionismo: El UNO crea las cosas. Hay una separación radical entre creador y creación. Dios creó el Universo ordenado (cosmos) como él quiso, por lo que no rigen las mismas leyes en ambos. Así, Dios es capaz de modificar el mundo.

2.4. MORAL

Sobre la moral, trata 3 temas fundamentales: la felicidad, la libertad, y el mal.

En cuanto a la felicidad, en aquella época la mayoría de los pensadores coinciden en que el objetivo del hombre es ser feliz, pero disienten en el camino a seguir para conseguir esa felicidad.

San Agustín, en su obra “De la vida feliz”, expone que aceptando que es feliz quien posee todos los bienes que desea, aceptamos también que no solo importa poseer esos bienes, sino además poseerlos eternamente. Por lo tanto, necesitamos bienes eternos y permanentes para ser felices. Como Dios es lo único eterno, inmutable, permanente, e infinito, debemos poseerle (buscarle durante la vida) para ser felices.

Otras corrientes, en cambio, optaban por otras vías para alcanzar la felicidad: Mientras Aristóteles decía que el camino es la obtención de conocimiento, los Estoicos pensaban que el hombre feliz es el hombre virtuoso. Los Epicúreos, en cambio, optaban por la dosificación de los placeres (físicos y espirituales).

En cuanto a la libertad, San Agustín dice que a lo largo de la historia, Dios le ha concedido al ser humano 2 dones:

El libre albedrío: Al contrario que al resto de los animales, que tienen una función determinada, al principio de los tiempos Dios le concedió al ser humano una voluntad indeterminada que le permitió elegir entre 2 caminos: el bien (lo que quiere Dios) o el mal (un querer propio). El primer hombre que pudo elegir fue Adán, y escogió el mal. Por lo tanto, siguiendo la tesis traduccionista, sabemos que su alma la hemos heredado todos, por lo que estamos condenados a no poder “no pecar”: tenemos una voluntad mutilada. La libertad: es el segundo don que Dios concede a algunos hombres tras haber desaprovechado el primero. Éste les permite 'no pecar'. Los hombres dotados son influenciados por Dios para que escojan el Bien, a pesar de que ellos piensen que es su propia voluntad la que les permite elegir. En cuanto al tema del mal, San Agustín distingue 2 tipos:

Mal Físico: Es el causado por factores naturales. Se debe a que el material con el que está hecha la Tierra es imperfecto. Mal Moral: Es el causado por las decisiones de los hombres. Se debe a que los hombres abusan del don del libre albedrío, y eligen mal. 2.5. FILOSOFÍA DE LA HISTORIA

Este tema lo trata en su obra “La ciudad de Dios”. En contra de lo que parecía en aquella época, dice que la lucha histórica no es entre el Imperio Romano y los vándalos, sino entre “La ciudad de Dios” y “La ciudad Terrena”:

La ciudad de Dios: Son quienes aman a Dios por encima de todo. Sufren durante esta vida y obtienen su recompensa (la vida eterna) en la próxima. La ciudad Terrena: Son quienes imponen sus intereses personales por encima de Dios. Son premiados durante esta vida y castigados en la próxima (sin la vida eterna). Es decir, que dado su pasado maniqueísta, caracteriza la historia como un drama (buenos y malos); pero además introduce la idea de esperanza, ya que desea que al final de los tiempos gane “La ciudad de Dios”. Sin embargo, el peligro que se corría en la época era confundir las equivalencias [Ciudad de Dios = Iglesia] y [Ciudad Terrena = Estado], lo que implicaría un triunfo final de la Iglesia sobre el Estado. Sin embargo, San Agustín alega que en ambos estamentos (Iglesia y Estado) hay gente del lado contrario, por lo que no se puede hacer esta comparación.

2.6. POLÍTICA

No cree que ningún sistema (oligarquía, democracia... etc) sea mejor que otro. Dice que lo verdaderamente importante es que el Estado consiga la paz entre los súbditos (ciudadanos) como tarea prioritaria, y que distribuya equitativamente los bienes (a cada cual lo que le corresponde en función de su importancia) como tarea secundaria. Lo que diferencia a las dos ciudades a la hora de querer esa paz, es que los Estados de “La ciudad de Dios” la buscan como un medio para un fin superior (la salvación), mientras que los de “La Ciudad Terrena” la buscan como un fin en sí mismo (pervivencia de sus bienes y su integridad).

   
 
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