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Romances de materia caballeresca

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La Península no fue un foco innovador en cuanto a estos relatos ya que tanto los escritores como el público aceptaban, con relativas pocas alteraciones, los libros franceses.
La Península no fue un foco innovador en cuanto a estos relatos ya que tanto los escritores como el público aceptaban, con relativas pocas alteraciones, los libros franceses.
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# Daniel Eisenberg y María del Carmen Marín Pina, ''[http://www.google.es/url?sa=t&ct=res&cd=44&url=http%3A%2F%2Fusers.ipfw.edu%2Fjehle%2FDEISENBE%2FBibl_libros_de_caballerias%2Fbibliography.pdf&ei=OWmNRe6CL8HmwQHIr7TtDA&usg=__ztbC-kNLTY7brP54Pon-oPcFDlc=&sig2=sFEFaus9Hv4g4sha11KUZA Bibliografía de los libros de caballerías castellanos]'' (hasta el año 2000).
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Revisión de 07:45 24 dic 2006

Antes de tratar este género, creo que lo primero es distinguir entre Novelas caballerescas y Libros de caballerías. Según Martín de Riquer, las primeras tienen como modelo el Tirant lo Blanc y sus principales caracterísiticas son:

  1. La acción transcurre en tierras posibles o conocidas y en un tiempo cercano.
  2. Las aventuras son necesarias y no gratuitas; es decir, surgen de acuerdo con el desarrollo de la obra.
  3. El protagonista entra en la media humana.
  4. El contenido es mucho más verosímil que en los Libros de caballerías.

Éstos, por su parte, tienen como modelo el Amadís y presentan los siguientes rasgos:

  1. El caballero no evoluciona psicológicamente.
  2. La obra está en la línea de las escritas por Chrétien de Troyes.
  3. Presencia de lo mágico y lo exótico.
  4. La acción sucede en una época lejana.
  5. No interesa la verosimilitud ni el realismo.
  6. La estructura es abierta, con lo que se facilita las prolongaciones.

El corpus de este género ha sido concretado por Nieves Baranda en los siguientes títulos:

  1. Corónica del Cid Ruy Díaz,
  2. Historia de Enrique fijo de doña Oliva,
  3. La historia de los nobles cavalleros Oliveros de Castilla y Artús d'Algarbe,
  4. Libro del conde Partinuplés,
  5. Historia de la reina Sebilla,
  6. La crónica del noble caballero el conde Fernán Gonçáles,
  7. La espantosa y admirable vida de Roberto el Diablo,
  8. Libro del rey Canamor,
  9. La historia de los dos enamorados Flores y Blancaflor,
  10. La corónica de los nobles caballeros Tablante de Ricamonte y de Joafré,
  11. La historia de la linda Melosina,
  12. La Poncella de Francia,
  13. Historia del emperador Carlo Magno y de los doze pares de Francia,
  14. Historia del caballero Clamades,
  15. La historia del noble cavallero París y de la donzella Viana.

Vamos a distinguir, en este primer estadio del género, dos grandes ciclos:

A. El ciclo artúrico.

La penetración en España de la materia artúrica suele datarse entre los siglos XII y XIII (recuérdese que, por ejemplo, en los Anales navarro-aragoneses ya aparecía una mención al rey Arturo). Su popularidad fue tal, que ya en el siglo XIV los poetas suponían al público familiarizado con ella.

Estas obras eran consideradas como universales espejos de príncipes y señores, por lo que su expansión fue europea y formó una intrincada red de obras, pero de rasgos e intenciones comunes.

La materia artúrica, en sus orígenes, reposa en las leyendas célticas que ayudaron a conformar la identidad de los primeros pobladores de Gran Bretaña. Hito fundamental en el curso evolutivo de ellas fue el obispo de Monmouth, pues configuró con su Historia regum Britannae un amplio sistema historiográfico que otorgó coherencia al laberinto de narraciones construidas en torno a la figura del rey Arturo. Esta propuesta historiográfica sufrirá un proceso de transformación que las adaptará al sistema ideológico de las cortes francesas de finales del siglo XII y de la primera mitad del XIII. Así, nos encontraremos con dos grandes troncos que recogen las gestas del rey Arturo y, sobre todo, sus caballeros:

  1. Los textos conocidos como Vulgata (1215-1230).
  2. Los conocidos como Post-Vulgata (1230-1240), de los que derivan las obras castellanas del ciclo artúrico.

La Península no fue un foco innovador en cuanto a estos relatos ya que tanto los escritores como el público aceptaban, con relativas pocas alteraciones, los libros franceses.


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