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Libro de los doze sabios

De Wikillerato

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Esta obra se suele considerar (pues no deriva directamente de ninguna fuente oriental) un temprano ejercicio de simbiosis de la corriente gnómica oriental con las máximas y fábulas de la tradición occidental. Su autor pudo ser un consejero del rey Fernando III, aunque el epílogo es claramente alfonsino.
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Aunque se suele pensar que se comenzó durante el reinado de Fernando III y que se terminó en el de Alfonso X, Gómez Redondo (1) considera que la obra es completamente alfonsina. También señala este mismo estudioso el que sea un manual de gobierno más que un ''speculum principis'' y su marcado carácter propagandístico (evidente, por ejemplo, al trazar un paralelismo entre Jesús y el joven monarca al recurrir al número '''doce''' para los sabios).
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El texto se abre con un prólogo de los doce sabios al rey Santo que pone en antecedentes al lector:
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El texto se abre con un prólogo de los doce sabios al rey Santo que pone en antecedentes al lector:
''Los doce sabios que la vuestra merced mandó que viniésemos de los vuestros reinos y de los reinos de los reyes vuestros amados hermanos para vos dar consejo en lo espiritual y temporal (...)
''Los doce sabios que la vuestra merced mandó que viniésemos de los vuestros reinos y de los reinos de los reyes vuestros amados hermanos para vos dar consejo en lo espiritual y temporal (...)
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Y señor, a lo que ahora mandades que vos demos por escrito todas las cosas que todo príncipe y regidor de reino debe haber en si, y de como debe obrar en aquello que a él mismo pertenece.''
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Y señor, a lo que ahora mandades que vos demos por escrito todas las cosas que todo príncipe y regidor de reino debe haber en si, y de como debe obrar en aquello que a él mismo pertenece.'' (2)
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Siguen 65 capítulos breves (algunos de tres o cuatro líneas) en los que se dice cómo debe ser y cómo debe comportarse un buen rey.
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Siguen sesenta y cinco capítulos (algunos de tres o cuatro líneas) en los que se distinguen dos partes, pues los veinte primeros se diferencian de los restantes en que se ajustan a lo expuesto en el prólogo y en que poseen un contenido más elaborado.
La obra finaliza con un epílogo en el que se dice que Alfonso X volvió a recurrir a los doce sabios porque ''acaeció grandes discordias por algunos de los infantes sus hermanos y de los sus ricos omnes de Castilla y de León'' (...).
La obra finaliza con un epílogo en el que se dice que Alfonso X volvió a recurrir a los doce sabios porque ''acaeció grandes discordias por algunos de los infantes sus hermanos y de los sus ricos omnes de Castilla y de León'' (...).
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NOTAS:
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(1) GÓMEZ REDONDO, Fernando. ''Historia de la prosa medieval castellana, I''. Madrid, Cátedra, 1998, pp. 242-260.
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(2) Cito por [http://www.filosofia.org/aut/001/12sabios.htm Filosofía.org], que incluye entre [ ] el significado de algunas palabras que podrían ser dificultosas.
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'''Enlaces externos''':
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Revisión de 09:40 26 nov 2006

Aunque se suele pensar que se comenzó durante el reinado de Fernando III y que se terminó en el de Alfonso X, Gómez Redondo (1) considera que la obra es completamente alfonsina. También señala este mismo estudioso el que sea un manual de gobierno más que un speculum principis y su marcado carácter propagandístico (evidente, por ejemplo, al trazar un paralelismo entre Jesús y el joven monarca al recurrir al número doce para los sabios).

El texto se abre con un prólogo de los doce sabios al rey Santo que pone en antecedentes al lector:


Los doce sabios que la vuestra merced mandó que viniésemos de los vuestros reinos y de los reinos de los reyes vuestros amados hermanos para vos dar consejo en lo espiritual y temporal (...) Y señor, a lo que ahora mandades que vos demos por escrito todas las cosas que todo príncipe y regidor de reino debe haber en si, y de como debe obrar en aquello que a él mismo pertenece. (2)


El proemio termina con un resumen de lo que se va a tratar en la obra:


Y señor, pónese luego primeramente en esta escritura de la lealtad que deben haber los omnes [hombres] en sí. Y luego después de la lealtad se pone la codicia que es cosa infernal, la cual es enemiga y mucho contraria de la lealtad. Y después vienen las virtudes que todo rey o regidor de reino debe haber en si, y que tal debe de ser, y que a todo regidor de reino cumple de él ser de la sangre y señorío real, y que sea fuerte y poderoso y esforzado, y sabio y enviso [sagaz], y casto, y temprado [moderado] y sañudo [furioso], largo y escaso, amigo y enemigo, piadoso y cruel, amador de justicia y de poca codicia, y de buena audiencia a las gentes. Y adelante está como se entiende cada una destas condiciones y por qué manera debe usar de cada una dellas.


Siguen sesenta y cinco capítulos (algunos de tres o cuatro líneas) en los que se distinguen dos partes, pues los veinte primeros se diferencian de los restantes en que se ajustan a lo expuesto en el prólogo y en que poseen un contenido más elaborado.

La obra finaliza con un epílogo en el que se dice que Alfonso X volvió a recurrir a los doce sabios porque acaeció grandes discordias por algunos de los infantes sus hermanos y de los sus ricos omnes de Castilla y de León (...).

Resueltos estos problemas, los convocados proponen al monarca (y éste acepta) que la tumba de su padre sea adornada con una sentencia de cada uno de ellos:


Dijo el primero sabio dellos: «Mejor es tu fin que tu comienzo.» El segundo sabio dijo: «En la muerte fallecen los saberes, y en la deste rey creció la sabiduría.» Y el tercero sabio dijo: «Fuiste simple en la vida con mucha bondad y eres sabio en la muerte.» El cuarto sabio dijo: «Más será tu remembranza que el tiempo de tu vida.» El quinto sabio dijo: «Mayor hecho es el tuyo que de los que conquistaron el mundo.» El sexto sabio dijo: «Preciaste las cosas enfinidas, y hasta el fin será el tu nombre.» El seteno sabio dijo: «No te queda ál de la tu señoría sino del mandamiento que dejaste a los sabios y el bien que hiciste.» El octavo sabio dijo: «Prestaste el saber y siempre te loarán los sabios.» El noveno sabio dijo: «Hiciste hermosa casa con pocos dineros.» El deceno sabio dijo: «En la vida tuviste la hermosura del cuerpo, y en la muerte mostraste hermosura del alma.» El onceno sabio dijo: «Más conocido serás muerto que vivo.» El doceno sabio dijo: «Hasta aquí te loaban los que te conocían, y ahora loarte han los que no te conocen.»



NOTAS:

(1) GÓMEZ REDONDO, Fernando. Historia de la prosa medieval castellana, I. Madrid, Cátedra, 1998, pp. 242-260.

(2) Cito por Filosofía.org, que incluye entre [ ] el significado de algunas palabras que podrían ser dificultosas.

Enlaces externos:

Ediciones digitales en  Memorabilia y Filosofía.org


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