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La lírica en el Barroco

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Tabla de contenidos

Introducción

El Barroco fue un movimiento cultural y artístico que nace a finales del siglo XVI y se desarrolla y muere en el XVII. Representa una actitud muy compleja, que se expresa como pesimismo ante un mundo en crisis y que se manifiesta en una huida de la realidad inmediata y una búsqueda de nuevos caminos y valores.

En España, a diferencia del resto de Europa, el Barroco no representa un rechazo del Renacimiento, sino un apogeo y culminación de éste. De hecho, en aquél se continuó usando los géneros y las formas poéticas del siglo XVI, tanto las italianizantes como las tradicionales.

No obstante, frente al clasicismo renacentista, el Barroco valoró la condensación conceptual y la complejidad en la expresión, que tenían como finalidad asombrar o maravillar al lector; es decir, con el Barroco, la literatura perdió la serenidad que caracterizaba al Renacimiento haciéndose artificiosa, ornamental y muy realista en unos casos o muy idealizada en otros.

Dos corrientes ejemplifican estos caracteres: el Conceptismo y el Culteranismo.

Conceptismo y Culteranismo

Aunque se suele oponer ambas estilos, identificándose a Francisco de Quevedo como representante del Conceptismo y a Góngora como cabeza de la escuela culteranista, en el Barroco el Culteranismo se entiende como un modo de Conceptismo.

Éste tiene su origen remoto en la poesía cortesana del siglo XV, presenta una clara influencia de la literatura emblemática (1) y se dirigió más a la inteligencia que a los sentidos. Sus recursos expresivos se apoyan principalmente en el contraste, el humor y la concisión formal. Por ello recurren con frecuencia a la figuras literarias como la elipsis, la antítesis, las paradojas, los retruécanos y las hipérboles extremadas.

Por su parte, el Conceptismo gongorino o Culteranismo procuró, fundamentalmente, el preciosismo y la oscuridad en el lenguaje poético. A través de la musicalidad persiguió el halago de los sentidos. Se preocupa, sobre todo, por la expresión. Sus caracteres más sobresalientes son:

  1. Latinización del lenguaje, que se logra fundamentalmente mediante el abundante uso del hipérbaton y el gusto por los cultismos y neologismos.
  2. Empleo intensivo de metáforas e imágenes. Este rasgo es la base de la poesía culterana. El encadenamiento de metáforas o series de imágenes tiene el objetivo de huir de la realidad cotidiana para instalarnos en el universo artificial e idealizado de la poesía.
  3. Acentuación del aspecto mitológico de la lírica del XVI, del que se subrayan sus rasgos plásticos y sensoriales.

Ante estos tres rasgos, puede considerarse a Góngora como un continuador de principios estéticos ya presentes en Juan de Mena (siglo XV) y en Fernando de Herrera (siglo XVI).


Nota

(1) Gran parte de la poesía del siglo XVII muestra la influencia del emblema en el uso de la imaginería simbólica, arreglada de tal forma que revela una verdad de modo implícito o explícito manera de yuxtaponer los elementos constituyentes. Puede demostrarse que muchas imágenes derivaron de emblemas conocidos; pero por lo general, incluso cuando no es éste el caso, las imágenes revelarán con frecuencia un hábito mental adquirido en el trato constante con los libros de emblemas. (R. O. Jones. Historia de la literatura española. Siglo de Oro: prosa y poesía, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 220 y 221).

Enlaces externos

  1. Esquema de la poesía del XVII.
  2. Tabla comparativa del Conceptismo y del Culteranismo.


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